No mas chinos
Supongo que es posible relacionarse con los niños pequeños sin caer en el ridículo más indigno.
Pero lo normal es que recurramos a toda una batería de morisquetas y ruidos varios para distraerlos, hacerlos comer, lograr que dejen de llorar, o simplemente para ver alguna sonrisa desdentada.
Bueno, al menos en mi caso es así.
Uno apuesta a que los únicos testigos son ellos, y son demasiado chicos para entender.
Pero es difícil imaginar realmente cómo nos ven desde sus ojitos mientras nuestros enormes rostros se mueven al ritmo de los cucucucucu, mininini, ahi taaaa!, y otros clásicos del ridículo familiar.
Bueno, a veces logramos adivinar cómo nos ven, a veces hasta ellos mismos nos lo dicen, sólo hay que saber escucharlos...
Yo tenía por costumbre hacer reír al enano desde que era chiquito con unas morisquetas que incluían estirarme los ojos con la punta de los dedos, abrir la boca intentando sacar los dientes hacia afuera, y diciendo con voz estridente "Hola Chino!".
A mí me encantaba ver sus carcajadas y lo íncorporé a mi repertorio de payasadas habituales con él.
Con el tiempo dejé de estirarme los ojos, bien porque estaba fumando, o porque tuviera las manos ocupadas, lo que fue haciendo que aquella pantomima original fuera deteriorándose.
Pero conservaba lo de sacar los dientes y gritar "Hola Chino!".
Nunca me planteé seriamente por qué se reía, un día simplemente lo hice, funcionó, y comencé a repetirlo; y lo hice durante quizás un par de años.
Luego decidí no hacerlo más.
En 2003, meses antes de cumplir los 5 años, el enano viajó con su madre a Suiza, a visitar a parte de la familia que vive por allá.
Yo no pude ir por el trabajo, así que supe de sus andanzas indirectamente.
Aprovecharon la estadía en Europa para ir hasta Roccaverano, un diminuto pueblo en las montañas cerca de Asti, en Piamonte, al norte de Italia, de donde son mis antepasados.
Iban a buscar una partida de nacimiento para terminar de tramitar la ciudadanía italiana, pero ya de paso se lo tomaron como paseo familiar de vacaciones. Hicieron una parada en las cabañas de un camping, donde se quedaron unos días disfrutando de las piscinas y el clima de verano de esa época.
El enano estaba fascinado, y pasaba jugando con otros niños de su edad, entre los que un día aparecieron unos hermanitos, uno de ellos con síndrome de Down.
El enano jugó un rato sin quitarle los ojos de encima, hasta que decidió ir a hablar con su madre.
- mamá
- que gordo?
- viste ese niño ? (señalando)
- si Marco, lo ví, pese a que no hablaban español temía algún comentario poco feliz
- pero lo viste bien?
- sí gordo, lo vi
- pobrecito... es chino !
Cuando me enteré del episodio creí entender qué pensaba él de mí cada vez que yo decía aquel "Hola Chino!".
Obviamente desde entonces decidí no hacer más aquello, uno se va acostumbrando a hacer el ridículo, pero bueno, hay límites.
Tuve que innovar, buscando nuevas formas de deteriorar mi imagen. Cualquier día de éstos me enteraré que opina de ellas.
Hace más de una década que me gusta Jovanotti, y más de un lustro que bajé una canción de él que nunca pude averiguar en qué álbum había sido publicada.
Cuando finalmente tuve todos sus discos comencé a sospechar que la canción en cuestión no era de él.
Hace un par de semanas, luego de años de estar engrupido, vine a desasnarme que efectivamente no era Jovanotti quien cantaba, sino Gió Bacio, así que la canción es de él, y es Funky Groove.
Salute.
Pero lo normal es que recurramos a toda una batería de morisquetas y ruidos varios para distraerlos, hacerlos comer, lograr que dejen de llorar, o simplemente para ver alguna sonrisa desdentada.
Bueno, al menos en mi caso es así.
Uno apuesta a que los únicos testigos son ellos, y son demasiado chicos para entender.
Pero es difícil imaginar realmente cómo nos ven desde sus ojitos mientras nuestros enormes rostros se mueven al ritmo de los cucucucucu, mininini, ahi taaaa!, y otros clásicos del ridículo familiar.
Bueno, a veces logramos adivinar cómo nos ven, a veces hasta ellos mismos nos lo dicen, sólo hay que saber escucharlos...
Yo tenía por costumbre hacer reír al enano desde que era chiquito con unas morisquetas que incluían estirarme los ojos con la punta de los dedos, abrir la boca intentando sacar los dientes hacia afuera, y diciendo con voz estridente "Hola Chino!".
A mí me encantaba ver sus carcajadas y lo íncorporé a mi repertorio de payasadas habituales con él.
Con el tiempo dejé de estirarme los ojos, bien porque estaba fumando, o porque tuviera las manos ocupadas, lo que fue haciendo que aquella pantomima original fuera deteriorándose.
Pero conservaba lo de sacar los dientes y gritar "Hola Chino!".
Nunca me planteé seriamente por qué se reía, un día simplemente lo hice, funcionó, y comencé a repetirlo; y lo hice durante quizás un par de años.
Luego decidí no hacerlo más.
En 2003, meses antes de cumplir los 5 años, el enano viajó con su madre a Suiza, a visitar a parte de la familia que vive por allá.
Yo no pude ir por el trabajo, así que supe de sus andanzas indirectamente.
Aprovecharon la estadía en Europa para ir hasta Roccaverano, un diminuto pueblo en las montañas cerca de Asti, en Piamonte, al norte de Italia, de donde son mis antepasados.
Iban a buscar una partida de nacimiento para terminar de tramitar la ciudadanía italiana, pero ya de paso se lo tomaron como paseo familiar de vacaciones. Hicieron una parada en las cabañas de un camping, donde se quedaron unos días disfrutando de las piscinas y el clima de verano de esa época.
El enano estaba fascinado, y pasaba jugando con otros niños de su edad, entre los que un día aparecieron unos hermanitos, uno de ellos con síndrome de Down.
El enano jugó un rato sin quitarle los ojos de encima, hasta que decidió ir a hablar con su madre.
- mamá
- que gordo?
- viste ese niño ? (señalando)
- si Marco, lo ví, pese a que no hablaban español temía algún comentario poco feliz
- pero lo viste bien?
- sí gordo, lo vi
- pobrecito... es chino !
Cuando me enteré del episodio creí entender qué pensaba él de mí cada vez que yo decía aquel "Hola Chino!".
Obviamente desde entonces decidí no hacer más aquello, uno se va acostumbrando a hacer el ridículo, pero bueno, hay límites.
Tuve que innovar, buscando nuevas formas de deteriorar mi imagen. Cualquier día de éstos me enteraré que opina de ellas.
Hace más de una década que me gusta Jovanotti, y más de un lustro que bajé una canción de él que nunca pude averiguar en qué álbum había sido publicada.
Cuando finalmente tuve todos sus discos comencé a sospechar que la canción en cuestión no era de él.
Hace un par de semanas, luego de años de estar engrupido, vine a desasnarme que efectivamente no era Jovanotti quien cantaba, sino Gió Bacio, así que la canción es de él, y es Funky Groove.
Salute.