Tan joven y tan viejo
Hace unos días le ví por la ventana mientras él bajaba de su bicicleta con dificultad.
La perra comenzó con el escándalo de rigor en éstos casos; alguien había osado pisar nuestro césped y comenzaba a acercarse a la casa golpeando las manos.
Salí a averiguar qué necesitaba aquél tipo que yo nunca había visto, y lo encontré a medio camino de la entrada, completamente inmóvil mirando fijo al animal, seguramente sacando cuentas de cuán larga sería aquella cadena, que parecía ser lo único que impedía que Hortencia se lo merendara.
Si bien se trata de un acto muy creíble para los incautos, la realidad es que toda la ferocidad de mi perra acaba cuando el extraño se aproxima, pero nadie parece tener suficiente decisión para descubrirlo, y yo disfruto del espectáculo, especialmente cuando el recién llegado es algún acreedor.
Me aproximé saludándolo hasta quedar frente a él, cosa que pareció ayudarle a recobrar el habla.
Apenas abrió la boca entendí por qué bajar de la bicicleta había sido una tarea casi imposible, a juzgar por su aliento, aquél tipo venía de agotar las existencias de alcohol del balneario.
- Hola que tal, está tu papá ?, me dijo
Dudé unos segundos sobre qué responderle mientras él intentaba con discutible éxito mantener la vertical.
- Mi papá..., eehhh... Si buscás al dueño de casa soy yo, que precisás ?
El veterano comenzó a disculparse y a explicar qué necesitaba sin demasiada claridad, la frase 'vayamos al grano' le habría resultado con seguridad absolutamente críptica.
Cuando comprendí que tenía la cándida pretensión de que yo le diera dinero, seguramente para dar cuenta del vino de las localidades vecinas, lo despaché sin demasiadas vueltas, y me quedé viendo cómo volvía a montar en el vehículo y salía haciendo ochos.
Mientras volvía a entrar en la casa comencé a reírme sólo por aquella pregunta.. "está tu papá?"
Es más o menos habitual que la gente no adivine con demasiada exactitud mi edad, posiblemente mi apariencia no coincide exactamente con el estereotipo del padre de familia.
LLevo desde hace 20 años el pelo largo, uso vestimenta siempre informal y por períodos bastante caprichosos una barba que aparece y desaparece sin recibir nunca demasiada atención.
Mis empleos nunca han incluído la habitual exigencia de "buena presencia", y de hecho hace 10 años que trabajo en casa.
A eso puede sumarse alguna opinión que he recibido en varias ocasiones, sobre que físicamente he cambiado bastante poco en la última década, el clásico "estás igualito" que puede ser un halago o un insulto dependiendo de quien lo lance.
Pero bueno, con 39 años sobre las espaldas, ni en mis días de mayor optimismo aspiro a pasar por un adolescente.
Obviamente aquél tipo traía un pedo azul, y preguntó por mi padre como podría haber preguntado por el capitán de la nave.
Entonces recordé otro episodio ocurrido a pocas semanas de haber llegado aquí.
Estaba recuperando algo de peso, pero en los lugares equivocados, los quilos recién llegados parecían empeñarse en ir todos a la panza, así que decidí que debía hacer algo de ejercicio.
Salía cada mañana en bicicleta siguiendo un circuito que constaba de un par de vueltas al balneario a un ritmo razonablemente exigente, con una pausa de 10 minutos para darle a mis pulmones de fumador empedernido un descanso, y de paso encender un cigarrillo.
Me detenía cada mañana, siempre a la misma hora en un estacionamiento sobre la playa, y me quedaba allí escuchando el walkman, fumando y mirando el mar, hasta recomenzar el pedaleo.
Una mañana de ésas siento que alguien me habla desde atrás, y al darme vuelta veo a una muchacha que venía subiendo desde un costado, acompañada por otra que la seguía unos metros más atrás.
Me miraban como esperando alguna respuesta a una pregunta que mi walkman había escondido.
- Qué ?, dije mientras me sacaba los auriculares
- que si tenés hora
- ahh, si, once menos cuarto
- gracias
- por nada
Me di vuelta y continué mirando el mar, volviendo a mi música cuando vuelven a hablarme...
- como estás ?
Aquello ya parecía un intento de charla, así que puse más atención en mi interlocutora.
Venía caminando entre sonrisitas con su amiga, con ese paso encantador que tienen las jovencitas cuando comienzan a ensayar los seductores movimientos que pocos años después harán que los tipos tiremos humo por las orejas.
- bien, gracias, y vos ?
- bien, te molesta si me siento ?
- no, dale
Se sentó a mi lado, y junto a ella su amiga.
Eran ambas a todas luces muy jóvenes, les calculé la edad de mi sobrino mayor, año más año menos, unos 15.
- sos de acá ?
- no, llegué hace poco -respondí- estoy desde principio de mes
- de donde sos ?
- Montevideo, y vos ?
- naaa, yo soy de acá, y que estás haciendo ?
- descansando un poco y vos ?
- faltó una profe y nos vinimos a tomar sol, siempre venís a ésta hora ?
- si...
La charla era tranquila, con pausas para mirar hacia la playa, pero cada vez que giraba la cabeza veía sus ojos clavados en mí de manera bastante insistente.
Tenía una cara muy simpática, y unos ojos claros realmente hermosos, 20 años atrás yo habría aullado en 5 idiomas.
- cómo te llamás ?
- Marcelo y ustedes ?
Me dijeron sus nombres, los que olvidé de manera casi simultánea a escucharlos, y continuaron aquél diálogo-interrogatorio, mientras se cruzaban miradas y sonrisas.
La conversación se alargaba ya demasiado, aún me faltaba la mitad del circuito y estaba acabando el segundo cigarrillo a causa de aquella demora, por lo que me disponía a despedirme, cuando ella decidió hacer la pregunta que despejaría sus dudas sobre por qué yo parecía ser inmune a sus encantos, cosa a la que sospecho no estaba muy acostumbrada...
- cuántos años tenés ?
- más de los que quisiera, le dije riéndome, era una piba realmente linda
- cuántos ?
- 38 y vos ?
Yo estaba preparado para ver su desconcierto, de no ser así habría pensado que detrás de mí acababa de aparecer el conde Drácula en persona.
Estoy convencido que interiormente comenzó a sacar cuentas sobre la edad de su papá, de su mamá, de esos ancianos que quizás eran hasta menores que yo, porque su expresión se transformó en una mueca de confusión, mientras decía...
- 38.., no parecés de 38, verdad fulanita ?, girando la cabeza muy rápido, buscando apoyo en la mirada de su amiga en una actitud que había abandonado repentinamente toda aquella seguridad del comienzo.
- y vos?, insistí, más por maldad que por interés.
- 17... en realidad cumplí 16, pero ya comencé a vivir mi año 17, no ?
- claro, dije conciliador, 17 era sin dudas muchísimo más que 16
Me despedí divertido con la situación y me fui pedaleando con el ego por las nubes, cuánto se habían pensado aquellas criaturas que tendría ?
Fueran cuales fueran sus cálculos no dejaban de ser muy benignos para con mi osamenta.
Algunos meses después me crucé con aquella niña en el supermercado.
Me miró seria, de reojo, como si no me conociera. Iba con una mujer que sospecho sería su madre, y que tal como yo había imaginado tendría aproximadamente mi edad.
La próxima vez quizás debería seguir el juego hasta sus últimas consecuencias..
- está tu papá ?
- no señor, mi papá nos abandonó, y mi mamá no me deja hablar con extraños...
La perra comenzó con el escándalo de rigor en éstos casos; alguien había osado pisar nuestro césped y comenzaba a acercarse a la casa golpeando las manos.
Salí a averiguar qué necesitaba aquél tipo que yo nunca había visto, y lo encontré a medio camino de la entrada, completamente inmóvil mirando fijo al animal, seguramente sacando cuentas de cuán larga sería aquella cadena, que parecía ser lo único que impedía que Hortencia se lo merendara.
Si bien se trata de un acto muy creíble para los incautos, la realidad es que toda la ferocidad de mi perra acaba cuando el extraño se aproxima, pero nadie parece tener suficiente decisión para descubrirlo, y yo disfruto del espectáculo, especialmente cuando el recién llegado es algún acreedor.
Me aproximé saludándolo hasta quedar frente a él, cosa que pareció ayudarle a recobrar el habla.
Apenas abrió la boca entendí por qué bajar de la bicicleta había sido una tarea casi imposible, a juzgar por su aliento, aquél tipo venía de agotar las existencias de alcohol del balneario.
- Hola que tal, está tu papá ?, me dijo
Dudé unos segundos sobre qué responderle mientras él intentaba con discutible éxito mantener la vertical.
- Mi papá..., eehhh... Si buscás al dueño de casa soy yo, que precisás ?
El veterano comenzó a disculparse y a explicar qué necesitaba sin demasiada claridad, la frase 'vayamos al grano' le habría resultado con seguridad absolutamente críptica.
Cuando comprendí que tenía la cándida pretensión de que yo le diera dinero, seguramente para dar cuenta del vino de las localidades vecinas, lo despaché sin demasiadas vueltas, y me quedé viendo cómo volvía a montar en el vehículo y salía haciendo ochos.
Mientras volvía a entrar en la casa comencé a reírme sólo por aquella pregunta.. "está tu papá?"
Es más o menos habitual que la gente no adivine con demasiada exactitud mi edad, posiblemente mi apariencia no coincide exactamente con el estereotipo del padre de familia.
LLevo desde hace 20 años el pelo largo, uso vestimenta siempre informal y por períodos bastante caprichosos una barba que aparece y desaparece sin recibir nunca demasiada atención.
Mis empleos nunca han incluído la habitual exigencia de "buena presencia", y de hecho hace 10 años que trabajo en casa.
A eso puede sumarse alguna opinión que he recibido en varias ocasiones, sobre que físicamente he cambiado bastante poco en la última década, el clásico "estás igualito" que puede ser un halago o un insulto dependiendo de quien lo lance.
Pero bueno, con 39 años sobre las espaldas, ni en mis días de mayor optimismo aspiro a pasar por un adolescente.
Obviamente aquél tipo traía un pedo azul, y preguntó por mi padre como podría haber preguntado por el capitán de la nave.
Entonces recordé otro episodio ocurrido a pocas semanas de haber llegado aquí.
Estaba recuperando algo de peso, pero en los lugares equivocados, los quilos recién llegados parecían empeñarse en ir todos a la panza, así que decidí que debía hacer algo de ejercicio.
Salía cada mañana en bicicleta siguiendo un circuito que constaba de un par de vueltas al balneario a un ritmo razonablemente exigente, con una pausa de 10 minutos para darle a mis pulmones de fumador empedernido un descanso, y de paso encender un cigarrillo.
Me detenía cada mañana, siempre a la misma hora en un estacionamiento sobre la playa, y me quedaba allí escuchando el walkman, fumando y mirando el mar, hasta recomenzar el pedaleo.
Una mañana de ésas siento que alguien me habla desde atrás, y al darme vuelta veo a una muchacha que venía subiendo desde un costado, acompañada por otra que la seguía unos metros más atrás.
Me miraban como esperando alguna respuesta a una pregunta que mi walkman había escondido.
- Qué ?, dije mientras me sacaba los auriculares
- que si tenés hora
- ahh, si, once menos cuarto
- gracias
- por nada
Me di vuelta y continué mirando el mar, volviendo a mi música cuando vuelven a hablarme...
- como estás ?
Aquello ya parecía un intento de charla, así que puse más atención en mi interlocutora.
Venía caminando entre sonrisitas con su amiga, con ese paso encantador que tienen las jovencitas cuando comienzan a ensayar los seductores movimientos que pocos años después harán que los tipos tiremos humo por las orejas.
- bien, gracias, y vos ?
- bien, te molesta si me siento ?
- no, dale
Se sentó a mi lado, y junto a ella su amiga.
Eran ambas a todas luces muy jóvenes, les calculé la edad de mi sobrino mayor, año más año menos, unos 15.
- sos de acá ?
- no, llegué hace poco -respondí- estoy desde principio de mes
- de donde sos ?
- Montevideo, y vos ?
- naaa, yo soy de acá, y que estás haciendo ?
- descansando un poco y vos ?
- faltó una profe y nos vinimos a tomar sol, siempre venís a ésta hora ?
- si...
La charla era tranquila, con pausas para mirar hacia la playa, pero cada vez que giraba la cabeza veía sus ojos clavados en mí de manera bastante insistente.
Tenía una cara muy simpática, y unos ojos claros realmente hermosos, 20 años atrás yo habría aullado en 5 idiomas.
- cómo te llamás ?
- Marcelo y ustedes ?
Me dijeron sus nombres, los que olvidé de manera casi simultánea a escucharlos, y continuaron aquél diálogo-interrogatorio, mientras se cruzaban miradas y sonrisas.
La conversación se alargaba ya demasiado, aún me faltaba la mitad del circuito y estaba acabando el segundo cigarrillo a causa de aquella demora, por lo que me disponía a despedirme, cuando ella decidió hacer la pregunta que despejaría sus dudas sobre por qué yo parecía ser inmune a sus encantos, cosa a la que sospecho no estaba muy acostumbrada...
- cuántos años tenés ?
- más de los que quisiera, le dije riéndome, era una piba realmente linda
- cuántos ?
- 38 y vos ?
Yo estaba preparado para ver su desconcierto, de no ser así habría pensado que detrás de mí acababa de aparecer el conde Drácula en persona.
Estoy convencido que interiormente comenzó a sacar cuentas sobre la edad de su papá, de su mamá, de esos ancianos que quizás eran hasta menores que yo, porque su expresión se transformó en una mueca de confusión, mientras decía...
- 38.., no parecés de 38, verdad fulanita ?, girando la cabeza muy rápido, buscando apoyo en la mirada de su amiga en una actitud que había abandonado repentinamente toda aquella seguridad del comienzo.
- y vos?, insistí, más por maldad que por interés.
- 17... en realidad cumplí 16, pero ya comencé a vivir mi año 17, no ?
- claro, dije conciliador, 17 era sin dudas muchísimo más que 16
Me despedí divertido con la situación y me fui pedaleando con el ego por las nubes, cuánto se habían pensado aquellas criaturas que tendría ?
Fueran cuales fueran sus cálculos no dejaban de ser muy benignos para con mi osamenta.
Algunos meses después me crucé con aquella niña en el supermercado.
Me miró seria, de reojo, como si no me conociera. Iba con una mujer que sospecho sería su madre, y que tal como yo había imaginado tendría aproximadamente mi edad.
La próxima vez quizás debería seguir el juego hasta sus últimas consecuencias..
- está tu papá ?
- no señor, mi papá nos abandonó, y mi mamá no me deja hablar con extraños...