lunes, 30 de abril de 2007

Gracias

Desde que vivo fuera de la ciudad acostumbro cada vez que puedo salir a sentarme al jardín a mirar las estrellas, escuchar música, fumar en silencio, rascarme la panza y divagar.
En éste último año he redescubierto el cielo nocturno que tantos años de red lumínica urbana me habían hecho olvidar.
La temperatura no es ya la ideal, el otoño avanza y obliga a abrigarse un poco más, pero la noche invitaba y yo acepté.
Metí unas cuantas canciones en la lista del Winamp, subí el volumen y salí.

Es una noche muy clara, la luna está casi llena, no hay nubes ni viento, y el balneario retomó el ritmo cansino que es habitual fuera de la temporada de verano, donde el silencio vuelve a ser normal.
Por allá, por el este, el Escorpión, sin dudas la constelación más bonita del cielo, va asomando por encima de los árboles, y un poco más a la derecha, un poco más al sur, la Cruz del Sur.

A medio camino entre el disfrute visual y el recuerdo de aquél demente que tuve por profesor de astronomía, y que me hizo disfrutar tanto una materia a priori sin importancia para mi futuro, pasé unos minutos allí sentado en la oscuridad mientras mi cabeza saltaba de una cosa a otra sin demasiada coherencia.

El único sonido, unos grillos a lo lejos, y por encima de ellos la música.
Desde dentro comenzaron a llegar las primeras notas de la canción que hizo que la noche dejara de ser tranquila para hacerse mágica.

Quel cuor perdesti
Per un miraggio
Quel cuor tradisti
Odiar di più, non puó !
La mia voce, senti
Il suo dolor... o no ?
La tua sparí
E io, pazza, t'aspetto !


Cada vez que la escucho siento que es una suerte haber hecho el camino hasta aquí, sólo para poder escucharla.
No se me ocurre nada más cercano a la perfección que esta música, este cielo...


Dimenticar...
O non più vivere
Ormai, salvo...
La notte... la notte... la notte...
Aah !...

...ésta noche.
No importa que sea una canción infinitamente triste, ni que nos recuerde amores perdidos o estrellas apagadas que ya no podemos ver brillar, es perfecta.
Habría sido una pena pasar por éste mundo sin conocerla.


Spente le stelle
Col pallido raggio di luna
Piange l'amore
Che si lancia come l'onda poi se ne va
Vuota, la notte
E la sua speranza breve
Ora sgorga l'amaro pianto
Un cuor ferito, disperato passa qua


Creo que es la canción más hermosa que yo haya escuchado jamás; quizás algún día cambie de opinión pero lo dudo.
Hace muy poco vine a conocer a Emma Shapplin, gracias a mi hermano que me pasó unos discos suyos.

Es curioso, uno agradece un sinnúmero de gestos intrascendentes, o una gran cantidad de regalos muchas veces recibidos por compromiso.
Hace unos meses hice una limpieza en la casa y me deshice de 7 fruteras exactamente iguales que recibí de regalo de casamiento. Agradecí por todos y cada uno de aquellos inútiles objetos.
Sin embargo a veces alguien nos regala algo mucho más importante, mucho más duradero, algo que nos va a acompañar de por vida, y no lo agradecemos.
Todos los estúpidos regalos que recibí en la vida no valen 20 segundos de ésta noche, con Emma Shapplin cantando Spente Le Stelle, se los aseguro.
Si alguien lo duda simplemente haga la prueba, salga a mirar el cielo cualquier noche, escuchándola; quizás hasta me lo agradezca, como yo se lo agradeceré eternamente a mi hermano.