Sí me importa
- naaa, no creo que sea una competencia, contesté
- claro que no es, pero si estás muy metido con alguien aceptás cosas que de otra forma no aceptarías, sos más débil que el otro...
Hará quizás 20 años que tuve esa charla, palabra más palabra menos, y nunca pude olvidarla, es de esas "frases célebres" que dice alguien cualquiera y nos vienen a la memoria cuando vemos o vivimos algunas situaciones.
Yo estaba realmente enamorado de pies a cabeza de la 'mexicana', y la idea esa de ser débil no me gustaba nada.
Mi idea sobre las relaciones sentimentales era bastante ingenua; todo iba rodeado de un halo de romanticismo en el que no había lugar para un concepto que, a mis ojos, era demasiado cínico.
Algunos meses después entendí qué quería decir, y por supuesto lo entendí de la peor forma posible, a los golpes.
Sospecho que es una de esas cosas a las que no se llega razonando, nos pasan o no, las sentimos o no, las sufrimos en carne propia o no las entendemos de manera cabal.
Ella comenzó a manejar la relación a su antojo, hacía y deshacía sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo.
Dejarla me resultaba impensable, aunque fuera conciente que jugaban conmigo.
Sentía celos e intentaba sin éxito provocar también eso en ella, me ignoraba y yo intentaba ignorarla, me tomaba el pelo y yo volaba de bronca sin poder simular que no me afectara.
Cada intento de charlar sobre aquello acababa tarde o temprano estrellándose contra un 'lo tomas o lo dejas'.
Finalmente ella se cansó de aquel juego y con la facilidad que da el haber dejado de querer a alguien (o no haber querido nunca), simplemente me dejó.
Fue un año de aprendizaje bastante duro, y, para qué negarlo, varios meses de rencor a continuación.
En éstos 20 años me ha tocado estar de ambos lados del mostrador, y es que aún sin proponérnoslo, a veces somos víctimas o victimarios de algunos afectos.
Por suerte no todas las relaciones son lo uno o lo otro, por suerte hay relaciones más 'sanas', en las que ambos ceden para poder estar juntos.
Pero sí hay de éstas en que hay alguien más débil, alguien que quiere más, que sufre, o llora, o se desespera, y alguien que quizás sí quiere, o quiso, pero a quien en el fondo no le importa demasiado, o nada.
Hay una canción que creo que ilustra bastante bien éstas relaciones, desde el punto de vista del peor de los dos, el más 'fuerte', el que no le importa.
La conocí cantada por Luz Casal, que es quien la hizo popular, aunque el tema es del maestro Pancho Varona, guitarrista, cantante y compositor, conocido sobre todo por tocar con Joaquín Sabina desde hace más de 20 años, y ser autor o coautor de muchisimos de sus temas.
Siendo la canción la desencadenante de ese recuerdo y de éste post , es de orden incluírla.
Siguiendo con la costumbre de imitar al maestro Dolina, vamos a dedicarla a los más débiles, a los que sí les importa, y a los que les importó y ya no.
Y también, por qué no, a las turras que han jugado con nosotros, porque por suerte a nosotros ya tampoco nos importa.
No me importa nada
Tú juegas a quererme,
yo juego a que te creas que te quiero.
Buscando una coartada,
me das una pasión que yo no espero.
Y no me importa nada.
Tú juegas a engañarme,
yo juego a que te creas que te creo.
Escucho tus bobadas
acerca del amor y del deseo.
Y no me importa nada,
que rías o que sueñes,
que digas o que hagas.
Y no me importa nada,
por mucho que me empeñe,
estoy jugando
y no me importa nada.
Tú juegas a tenerme,
yo juego a que te creas que me tienes.
Como una bofetada
invento las palabras que te hieren.
Y no me importa nada.
Tú juegas a olvidarme,
yo juego a que te creas que me importa:
conozco la jugada,
sé manejarme en las distancias cortas.
Y no me importa nada,
que rías o que sueñes,
que digas o que hagas.
Y no me importa nada
por mucho que me empeñe,
que rías o que sueñes,
y no me importa nada, nada.
Y no me importa nada,
que rías o que sueñes,
que digas o que hagas.
Y no me importa nada,
que tomes o que dejes,
que vengas o que vayas.
Y no me importa nada,
que subas o que bajes,
que entres o que salgas.
No me importa nada...
Pancho Varona