domingo, 16 de septiembre de 2007

Víctor Jara

El 11 de setiembre de 1973, en Chile, los militares, con apoyo de la derecha y los Estados Unidos, derrocaban a Salvador Allende, primer presidente socialista democráticamente electo de la América Latina.

Repito estas palabras
con voz que se me escapa
a sitios donde crecen
el crimen, la amenaza,
la fiera soledad
de los que a hierro matan.
(*)


Ese mismo día era detenido Víctor Jara en la Universidad Técnica del Estado, junto a un grupo de estudiantes y profesores.
Víctor Jara tenía 41 años y era un hijo de campesinos, músico, cantor, guitarrista, director de teatro, y dirigente comunista.
Lo encerraron como a tantos en el Estadio Nacional de Chile (hoy Estadio Víctor Jara), transformado esos días, por Pinochet, en campo de prisioneros.

Pienso en la ultima tarde
cantando tus canciones
frente a la gran montaña,
pienso en tu muerte sucia
batido por los golpes,
los gritos y las balas.
(*)


Dicen que como a tantos otros le torturaron, que le rompieron las manos a culatazos para que no volviera a tocar su guitarra, y como a tantos le mataron, el 16 de setiembre, hace 34 años hoy.
Estando preso escribió su último poema, Somos cinco mil :

Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fabricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!



Víctor Jara es uno de miles y miles de americanos que murieron porque pensaban distinto.
No eran combatientes, no hubo una guerra allí, como no la hubo aquí, aunque muchos pretendan que sí. Murió, como tantos allá y aquí, porque pensaban diferente a lo que gustaba a los poderosos de entonces.



Yo conocí a Jara, a su música en realidad, cuando tenía 16 ó 17 años más o menos.
Por entonces comenzaba a descubrir las cosas que por aquí estaba vedado escuchar: Víctor Jara, Alí Primera, Silvio Rodríguez, los Parra, Daniel Viglietti, y tantos más.
Es así que más allá de sus connotaciones políticas, su música es parte de mi "
banda sonora" de aquellos días.

No suelo hablar de política partidaria aquí, pero la fecha de hoy no es política; es fecha de la muerte de Víctor Jara, uno de mis cantautores preferidos, asesinado hace 34 años por cantar lo que cantaba.

Hay decenas de enormes canciones para recordarlo, pero a mi entender Manifiesto es paradigmática, quizás hasta premonitoria.





Manifiesto


Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón,
tiene corazón de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita,
santigua glorias y penas,
aquí se encajó mi canto,
como dijera Violeta,
guitarra trabajadora
con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca,
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morira cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras,
sino el canto de una alondra
hasta el fondo de la tierra.

Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre sera canción nueva.


Víctor Jara


(*) Fragmentos de "Homenaje a Víctor Jara, del aragonés José Antonio Labordeta.