viernes, 19 de octubre de 2007

Caminata

Hoy fue un día largo y "raro".
El enano tenía paseo, por lo que tenía que estar a las 7:35 en la escuela, para salir 10 minutos más tarde y volver hacia las 17:30.
Eso me cambió la rutina, me hizo madrugar media hora más de lo normal, pero me dejó libre hasta la tarde.

Aprovechando el calor me fui hasta la playa un par de horas a tomar algo de sol y caminar un rato.
Usualmente si estoy en la playa estoy caminando o bañándome, y hoy no estaba muy tentador meterse al agua.
Además de mí poco más, algunos pescadores que me miraron como reprobando mi presencia en "su" playa, y gaviotas.

Dentro de 3 meses caminar por el mismo lugar es esquivar pelotazos, cruzarse con centenares de caminantes, ver miles de tangas, panzas, culos, falsos atletas, petisos compadres, supermusculosos, niños haciendo pocitos en la orilla, boludos haciendo pocitos en la orilla, playeros de primera fila con las reposeras donde rompen las olas para mojarse las patas, pendejas renegridas a paso de femme fatal, veteranos babosos mirando pendejas, y toda la fauna que atiborra las playas en temporada.

Yo en esa época hago lo mismo que ahora, camino hasta el arroyo de Parque del Plata a veces, hasta el águila otras veces. En ocasiones ambos recorridos, uno a la mañana y otro a la tarde.
Pero en ésta época es ideal para pensar, la calma es total, y las distracciones son mínimas.
Las huellas en la arena mojada, el oleaje y las gaviotas son lo único.
Suelo ir escuchando música, y hoy no fue la excepción, pero de a ratos dejaba de escucharla de lo lejos que se me iban los pensamientos y los recuerdos.

De chico, en los veranos, hacíamos ese recorrido con mi viejo, nos bañábamos en Parque del Plata y volvíamos.
Entonces también los pensamientos se me iban lejos, y divagaba sobre alguna gurisa que me gustara o sobre algún plan disparatado para el futuro en el que seguramente haría algo heroico o excepcional.

Y hoy sigo caminando por la orilla, 30 años después, ya sin soñar con ser un héroe, quizás divagando sobre alguna mina, ya no tan gurisa, pero con la mente yendo libremente hacia atrás y adelante en el tiempo, como en los sueños, sin demasiada racionalidad, sin orden.
El mar tiene algo de mágico, como el fuego, es como si pudieran robarnos la mente por un rato y hacer cosas diferentes con ella.



El Último de la Fila - Mar Antiguo