jueves, 18 de octubre de 2007

Otro dia

Estuvimos juntos algunos meses allá por 1997.
Yo recién regresaba del viaje y volvía a la empresa donde trabajaba antes de partir, y ella había ingresado en mi ausencia.
Trabajamos juntos dos o tres semanas y comenzamos a salir.
Ella supuestamente andaba medio peleada con su novio, yo tratando de olvidarme de "la vasca", con quien había estado 8 años, e incluso viajamos juntos.

Le diré Lía, aunque no era su nombre, pero insistía en escuchar una y otra vez esa canción cantada por Ana Belén, y aseguraba sentirse identificada al oírla.
Era alta, bastante delgada, tenía una sonrisa que parecía salida de alguna publicidad de pasta dental, era muy dulce, inteligente, una excelente persona, y estaba muy metida conmigo.
Yo quería dejarla y nunca encontraba el momento propicio.
No quería lastimarla pero sabía que lo haría.


Había cometido un error que a partir de allí me juré no repetir, estaba con ella porque me recordaba a mi pareja anterior. Tenían muchísimo en común, excepto que estuve enamorado de la primera, y no de la segunda.

Yo vivía con mis abuelos, pero a punto de mudarme solo; estaba a poco de cumplir los 30, ella tenía un año menos.
Venía desde varios días dándole vueltas al tema de cómo terminar aquello sin que ella pensara que yo era un cerdo. Descubrí más tarde que sería imposible.

Un día me levanté decidido a hablarle, no tenía sentido, no iba más.
Había que poner punto final.
Hacía días que venía hasta evitando verla con excusas, pero ya era insostenible.
Me seguía resultando atractiva, pero fuera de la cama me aburría mortalmente, sin remedio.
Y además comenzaba a gustarme seriamente alguien más, y todo se complicaba, teníamos que hablar.


Repasé qué decir, de qué forma, le dí vueltas a las cosas para convencerme de que sería lo menos hiriente que fuera posible.
Ella no merecía que yo actuara como un imbécil.
Quedamos en que vendría a verme esa noche que esperé con un nudo en el estómago, sabiendo que sería un momento feo para ambos.
Hacía 2 ó 3 días que apenas si hablábamos por teléfono.


Llegó con una sonrisa de oreja a oreja y especialmente linda esa noche.
La hice pasar a mi dormitorio para estar a solas, y se sentó en la cama.
Me senté al lado suyo, pronto para hablarle, cuando ella me abrazó, me dió un beso, y comenzó a buscar algo en su cartera.
Entonces sacó un regalo, un disco, y me lo extendió mientras me decía "te acordás que hoy cumplimos 6 meses ?".
Mentí que sí, pusimos música, nos besamos un rato y salimos a pasar la noche fuera.
La charla quedaba suspendida para otro día, con lo que me había costado encontrar un "buen momento"...




Luis Eduardo Aute - Alevosía