domingo, 20 de enero de 2008

Borrachos, filósofos y equilibristas

Antenoche se casó mi prima, así que allá fui, iglesia, fiesta y pocas ganas.

De la ceremonia en la iglesia cualquier cosa que diga será poca, aunque me pareció entender que debía sentirme agradecido por todas las cosas malas que me hayan ocurrido en la vida, porque según parece eso me hará acreedor a un jugoso cheque en la otra vida, o algo así.
Pero pasemos de la iglesia, que es un tema que me aburre sobremanera.

La fiesta, un desfile de gente bonita, casi de plástico, y yo allí, muy de malas, agradecido por la abundancia de whisky en un vaso que nunca acababa de vaciarse sin que apareciera algún amabilísimo mozo a llenarlo nuevamente.

Cuando la cantidad ingerida comenzó a hacer efecto me fui hasta la pista de baile, pensando seriamente en mezclarme allí a bailar solo para despejar la neura, pero fue imposible.
Primero porque la música casi me provoca una embolia por pésima, aunque la gente... la gente parecía saberse la coreografía de cada canción, como si ya estuvieran programados.
Segundo porque no sé debido a qué noté la pobreza del panorama masculino, y no es que uno sea agrandado, pero me dio pudor, temí parecer uno más de aquella banda de muñecos de torta.

Me senté entonces un rato a mirar a un costado, pero ya la cabeza se me fue para cualquier lado y no volvió más, y yo volví a mi mesa a seguir haciendo uso y abuso de la provisión de whisky, único atractivo detectable de la fiesta.


Ayer desperté temprano y de malas, dormí poco y eso me deja todo el día a contramano.
Pasé con los ausentes en la cabeza, con la casa hecha un desorden, y con un cansancio en el cuerpo más hijo de la depre que del desgaste físico.
Quise escribir algo aquí y nada salió, sólo pensaba en una cosa, y no quiero hablar de eso, mejor no hablar de nada.

De repente me recordé a una canción que le encantaba a mi padre, una canción que se llamaba "Equilibrio".
Se me vino a la cabeza y allí se quedó...

pero hay que seguir bailando
bailando en un solo pie
sin perder el equilibrio
que la muerte está al caer.


La tengo en un cassette viejo y pronto me aburrí de pasarla para atrás y volver a pasarla, así que busqué otra música que escuchar, algo que me levantara un poco el ánimo mientras ordenaba un poco la casa.
Y recordé otra que habla de cosas parecidas, una samba del maestro Joao Bosco llamada "O bebado e a equilibrista", que en su momento cantara la mismísima Elis Regina.

Y lo que no bailé en el casamiento de la noche anterior lo bailé ayer, entre el estar y la cocina, sólo, mientras ponía en orden el caos de mi vida, de mi mente y de mi casa.
Una samba que me alegró un poco el día, y de paso me dió que pensar, y recordar lo que quizás la noche anterior pasó por mi mente sin que lo registrara, "hay que seguir bailando".

Ya tropecé antes, y voy a tropezar más veces, ya lo sé, y también sé que lo importante es no caer.
Sea un borracho o un equilibrista, o ambas cosas, la tarea difícil es mantener el equilibrio, un equilibrio siempre precario, siempre inestable, a veces más que quedarse quieto la solución es sacudirse un rato, a veces bailar un rato ayuda a seguir en pie, aunque sea en un solo pie.




O Bêbado e a Equilibrista

Caía
a tarde feito um viaduto
e um bêbado trajando luto
me lembrou Carlitos
A lua,
tal qual a dona do bordel,
pedia a cada estrela fria
um brilho de aluguel
E nuvens,
lá no mata-borrão do céu,
chupavam manchas torturadas,
que sufoco!
Louco,
o bêbado com chapéu-coco
Fazia irreverências mil
pra noite do brasil.
Meu brasil

Que sonha
com a volta do irmão do Henfil.
Com tanta gente que partiu
num rabo de foguete.
Chora
a nossa pátria mãe gentil,
Choram Marias e Clarisses
no solo do Brasil.

Mas sei
que uma dor assim pungente
Não há de ser inutilmente,
a esperança
Dança
na corda bamba de sombrinha
E em cada passo dessa linha
pode se machucar
Azar,
a esperança equilibrista
Sabe que o show de todo artista
Tem que continuar...


João Bosco