Ritmo lento
Mis entradas últimamente se han espaciado de manera poco habitual.
No encuentro tiempos ni temas para explayarme por aquí.
Ando con pocas ganas de recordar, mi humor es razonablemente bueno, mi necesidad de postear alguna entrada de esas "catárticas" es casi nula, no me han ocurrido cosas especialmente graciosas o pintorescas, no me he hecho millonario ni planeo hacerlo próximamente, resumiendo, no hay nada que yo necesite decir aquí, y para eso es éste blog desde un comienzo: para decir lo que necesite decir.
Y es que estoy pasando unos buenos tiempos.
Tuve una etapa bastante negra en la vida, que en ciertos pasajes reflejé aquí, aunque es básicamente bastante anterior siquiera a la idea de tener un blog.
Cuando pude escribir sobre ciertas cosas fue cuando no ví la vida ya tan negra.
Sin embargo tampoco puedo decir que estuviera pasando el mejor momento de mis casi cuatro décadas de vida.
Una de las cosas que me ha mantenido bastante a resguardo todo este tiempo es la sensación de estar regresando del infierno, nada puede ser peor que lo que ya pasé, nada debería ponerme demasiado nervioso ya.
Más allá de algunos problemas, algunas pérdidas, algunas tristezas y enojos, nada parecía suficiente para tirarme al piso si lo ocurrido no lo había logrado.
En algún momento he dicho que mi umbral de dolor posiblemente había quedado más alto de lo habitual.
Vi y sentí cosas que ojalá no me hubiera tocado ver ni sentir, y resistí la tentación de mandar todo a la mierda, sea por dureza o por cobardía no lo sé.
Simplemente ocurrió.
Y un día comencé a escribir éstas cosas para mí, tratando de evitar ser truculento, ni cursi, ni sensiblero, ni de hacerme el mártir o el fenómeno.
Traté de simplemente relatar unos sucesos y unos sentimientos desde dentro de mi cabeza, sin grandes respuestas ni grandes preguntas, con enormes inseguridades y muy asiduamente con un desencanto por la vida supongo por pasajes bastante patente.
He escrito cosas mientras lloraba, aún procurando que el texto lo disimulara lo más posible, siempre me irritó la posibilidad de inspirar lástima o algún sentimiento similar, y también lo he hecho entre carcajadas idiotas por el ridículo en el que me ponía en ocasiones.
En algún momento, ignoro cómo, dejé de ser el único que leía lo que yo escribía.
Ignoro qué pudiera movilizar a otros a hacerlo, yo no estoy seguro que leería mi blog si no fuera mío para ser honesto, creo que no lo leería lisa y llanamente.
En éste punto comencé a plantearme si no me estaba exponiendo demasiado, si no estaba cayendo en alguna suerte de exhibicionismo que no era originalmente el objetivo.
Porque a partir de lo que yo pueda escribir aquí la gente puede forjarse una idea, cercana o totalmente equivocada de las cosas que me ocurren.
Me he planteado si tiene sentido continuar o no, y concluí que lo haría mientras continuara de alguna forma disfrutándolo, tratando de hacer de cuenta que sigo siendo el único que leerá éstas cosas.
Y a santo de qué toda ésta perorata ?
No mucho, o quizás si.
Es la primera vez desde que comencé éste blog que me siento bien, tranquilo, cosa que me parecía virtualmente impensable meses atrás.
Quizás por eso no escriba mucho éstos días.
Seguramente ya volveré a tener ganas otra vez de decir cosas y las diré aquí, como hasta ahora, cuando pueda.
No encuentro tiempos ni temas para explayarme por aquí.
Ando con pocas ganas de recordar, mi humor es razonablemente bueno, mi necesidad de postear alguna entrada de esas "catárticas" es casi nula, no me han ocurrido cosas especialmente graciosas o pintorescas, no me he hecho millonario ni planeo hacerlo próximamente, resumiendo, no hay nada que yo necesite decir aquí, y para eso es éste blog desde un comienzo: para decir lo que necesite decir.
Y es que estoy pasando unos buenos tiempos.
Tuve una etapa bastante negra en la vida, que en ciertos pasajes reflejé aquí, aunque es básicamente bastante anterior siquiera a la idea de tener un blog.
Cuando pude escribir sobre ciertas cosas fue cuando no ví la vida ya tan negra.
Sin embargo tampoco puedo decir que estuviera pasando el mejor momento de mis casi cuatro décadas de vida.
Una de las cosas que me ha mantenido bastante a resguardo todo este tiempo es la sensación de estar regresando del infierno, nada puede ser peor que lo que ya pasé, nada debería ponerme demasiado nervioso ya.
Más allá de algunos problemas, algunas pérdidas, algunas tristezas y enojos, nada parecía suficiente para tirarme al piso si lo ocurrido no lo había logrado.
En algún momento he dicho que mi umbral de dolor posiblemente había quedado más alto de lo habitual.
Vi y sentí cosas que ojalá no me hubiera tocado ver ni sentir, y resistí la tentación de mandar todo a la mierda, sea por dureza o por cobardía no lo sé.
Simplemente ocurrió.
Y un día comencé a escribir éstas cosas para mí, tratando de evitar ser truculento, ni cursi, ni sensiblero, ni de hacerme el mártir o el fenómeno.
Traté de simplemente relatar unos sucesos y unos sentimientos desde dentro de mi cabeza, sin grandes respuestas ni grandes preguntas, con enormes inseguridades y muy asiduamente con un desencanto por la vida supongo por pasajes bastante patente.
He escrito cosas mientras lloraba, aún procurando que el texto lo disimulara lo más posible, siempre me irritó la posibilidad de inspirar lástima o algún sentimiento similar, y también lo he hecho entre carcajadas idiotas por el ridículo en el que me ponía en ocasiones.
En algún momento, ignoro cómo, dejé de ser el único que leía lo que yo escribía.
Ignoro qué pudiera movilizar a otros a hacerlo, yo no estoy seguro que leería mi blog si no fuera mío para ser honesto, creo que no lo leería lisa y llanamente.
En éste punto comencé a plantearme si no me estaba exponiendo demasiado, si no estaba cayendo en alguna suerte de exhibicionismo que no era originalmente el objetivo.
Porque a partir de lo que yo pueda escribir aquí la gente puede forjarse una idea, cercana o totalmente equivocada de las cosas que me ocurren.
Me he planteado si tiene sentido continuar o no, y concluí que lo haría mientras continuara de alguna forma disfrutándolo, tratando de hacer de cuenta que sigo siendo el único que leerá éstas cosas.
Y a santo de qué toda ésta perorata ?
No mucho, o quizás si.
Es la primera vez desde que comencé éste blog que me siento bien, tranquilo, cosa que me parecía virtualmente impensable meses atrás.
Quizás por eso no escriba mucho éstos días.
Seguramente ya volveré a tener ganas otra vez de decir cosas y las diré aquí, como hasta ahora, cuando pueda.
La canción va con cualquier excusa, imaginen la que les guste.
A mi me gusta, he andado canturreándola, y tiene una letra que dice un par de cosas que suscribo. A buenos entendedores...
Siempre voy a volver a Calamaro, es de mis artistas preferidos, y ésta no es de sus canciones más conocidas, pero debería.
No Sé Olvidar
Quisiera que el amor dure cinco minutos
aunque sea el único dolor merecido
Los inocentes somos culpables siempre.
Quién dijo como tenía que ser todo
por qué no podía ser a mi modo
que la libertad sea divina.
Porque el amor te espera en la esquina
y el dolor te espera en cualquier lado
ya no quiero mi aliento oxidado solo para mí.
Que alguien me diga lo que tengo en el pecho
y me lo saque de mala manera
no es agradable la espera, cualquiera que sea.
Podría confesarte todo sin problema
también olvidarme de mi pasado
bailo mejor acostado y no sé olvidar.
Porque el amor te espera en la esquina
y el dolor te espera en cualquier lado
ya no quiero mi aliento oxidado solo para mí.
Andrés Calamaro