Seis Meses
Dejé de fumar, hizo ayer seis meses.
En casa ya no hay ceniceros, y antes sólo en la mesita donde descansa el teclado habían dos.
En la mesa de cenar dos más, y en la del centro del estar, donde está el control remoto de la tele otros dos.
En la cocina, en cada una de las mesas de luz, y hasta afuera, en el parrillero, encontrabas ceniceros, y casi siempre también cenizas en ellos.
En casa había siempre un paquete de cigarrillos sin abrir, si abría uno y no tenía otro comenzaba a sentirme inquieto ante la perspectiva que se me acabaran.
Sentía dolor al ponerme de lado en la cama al acostarme, y habitualmente me dolía el pecho al levantarme, eso hasta que encendía en ayunas el primer cigarrillo, eso me calmaba el dolor y la tos.
Mis dedos índice y mayor estaban amarillo-anaranjados en ambas manos, al igual que el pulgar de la mano derecha, debido a la costumbre de apoyarlo contra el filtro sólo con esa mano.
Mi peso desde los 20 años estaba estancado en los 70 y pocos quilos pese a medir un metro noventa y dos.
En épocas de crisis había bajado a 60 y tantos, y ya regresado a los 72 me decían que se me veía más repuesto y saludable, más "gordito"; lo mismo que me dicen ahora con 90.
Todas mis camisetas de dormir tenían (y conservan) algún agujero de cenizas, así como los acolchados, las sábanas, los tapizados y almohadones.
Sólo está a salvo la ropa de menos de seis meses, que es poca.
En los últimos 20 años y hasta hace seis meses el alcohol, el café, el después del sexo o las comidas, y hasta el trabajo estaban indisolublemente ligadas a un cigarrillo encendido.
No era conciente de que mis sentidos del gusto y el olfato funcionaran por debajo de su capacidad.
No era conciente que toda mi ropa olía a humo, al igual que el auto y la casa.
Ayer hizo seis meses, medio año, desde que dejé de fumar.
Miro para atrás y ni yo sé como logré deshacerme de este vicio que disfruté tremendamente hasta que comencé a sufrirlo.
En casa ya no hay ceniceros, y antes sólo en la mesita donde descansa el teclado habían dos.
En la mesa de cenar dos más, y en la del centro del estar, donde está el control remoto de la tele otros dos.
En la cocina, en cada una de las mesas de luz, y hasta afuera, en el parrillero, encontrabas ceniceros, y casi siempre también cenizas en ellos.
En casa había siempre un paquete de cigarrillos sin abrir, si abría uno y no tenía otro comenzaba a sentirme inquieto ante la perspectiva que se me acabaran.
Sentía dolor al ponerme de lado en la cama al acostarme, y habitualmente me dolía el pecho al levantarme, eso hasta que encendía en ayunas el primer cigarrillo, eso me calmaba el dolor y la tos.
Mis dedos índice y mayor estaban amarillo-anaranjados en ambas manos, al igual que el pulgar de la mano derecha, debido a la costumbre de apoyarlo contra el filtro sólo con esa mano.
Mi peso desde los 20 años estaba estancado en los 70 y pocos quilos pese a medir un metro noventa y dos.
En épocas de crisis había bajado a 60 y tantos, y ya regresado a los 72 me decían que se me veía más repuesto y saludable, más "gordito"; lo mismo que me dicen ahora con 90.
Todas mis camisetas de dormir tenían (y conservan) algún agujero de cenizas, así como los acolchados, las sábanas, los tapizados y almohadones.
Sólo está a salvo la ropa de menos de seis meses, que es poca.
En los últimos 20 años y hasta hace seis meses el alcohol, el café, el después del sexo o las comidas, y hasta el trabajo estaban indisolublemente ligadas a un cigarrillo encendido.
No era conciente de que mis sentidos del gusto y el olfato funcionaran por debajo de su capacidad.
No era conciente que toda mi ropa olía a humo, al igual que el auto y la casa.
Ayer hizo seis meses, medio año, desde que dejé de fumar.
Miro para atrás y ni yo sé como logré deshacerme de este vicio que disfruté tremendamente hasta que comencé a sufrirlo.
Para acompañar, una cancioncita de cuando yo no fumaba, antes de empezar, éramos taaan jóvenes! ja!
Yo ando pasando una etapa franela (ya cualquier gil se ha enterado), así que va una canción al tono y a nadie puede extrañar.
El grupo se llamaba Black, y la canción Wonderful Life.
Con el cigarro...nada que ver.
Qué más ? Por ahora nada más..., no gracias, recién tiré...